sábado, 18 de agosto de 2018

Ajoblanco con uvas



Las avispas se vuelven más pegajosas conforme madura la uva. En algún sitio leí que tenía que ver con el exceso de azúcar,  que las volvía "hiperactivas". Estadísticamente,  tengo más probabilidades de que me pique una avispa al final del verano que al comienzo, y eso que leí, lo explica. El zumbido se vuelve por eso más amenazador a mis oídos en agosto, pero sólo tengo que ser precavida y alejarme de las uvas a partir de la salida del sol.

Me resulta curioso que la uva madure a la vez que las almendras. Me he dado cuenta este año, mirando por la ventana y viendo el almendro de un color predominantemente marrón y las uvas de la parra, en un primer plano, ya pintadas de rosado. Quizás la sabia a la que se le ocurrió hacer el gazpacho de almendras y tomarlo con uvas también veía una parra y un almendro desde su ventana... Es mucho imaginar. Y también puede que fuera un flojo ingenioso el que, en el descanso de su peoná, y teniendo el ajo blanco preparado y un racimo de uvas de postre, se le ocurrió comerlo todo junto porque se le había hecho tarde y tenía poco tiempo para comer... Los demás le dirían "¡¿Ajo blanco con uvas?!" con cara de asquito, y él, con la boca llena por el sabor de la nueva mezcla,  diría "¡Pues está muy bueno!", y luego se extendería  por la comarca y ahora es el motivo principal por el que me encanta tener una parra y un almendro en mi casa, para hacer ajoblanco con uvas, como me enseñó mi madre. 


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