lunes, 6 de agosto de 2018

Luna

Lunes, 6.08.18
8:30 AM.

No hay foto para esta entrada. Una pena, porque la tengo en la cabeza como si estuviera delante de mis ojos. Se quedó grabada en blanco resplandeciente y negro en mi cerebro. Pero no pude sacar la foto. 

Anoche pudimos dormir con todo abierto, sin el ventilador -una experiencia que ya había olvidado después de cinco días de levante- y respirando un aire fresco del sur con olor a tierra húmeda de la ribera del Guadalete que nos llegaba por la ventana que ahora tenemos sobre el cabecero de la cama. La otra ventana, la que da al este, no ofrecía más que visiones en  penumbra de las ramas de los olivos, el monte y algunas estrellas.

No sé  qué  hora sería,  pero en medio de la noche, me despertó una luz blanca intensa, pero dulce a la vez, entrando en mi habitación.  Me daba de pleno en la cara, sin cegarme. A pesar de lo mágico de la escena, necesitaba dormir, así  que cerré los ojos y le volví la espalda a la luna, pero ya fue muy difícil conciliar el sueño. Pensamientos perturbadores sobre el futuro oscuro me ocupaban la mente. Esta mañana, sin embargo, sólo quedaba la imagen de la luna en mi ventana del este, y los pensamientos sobre el futuro,  aunque seguían ahí,  ya no me perturbaban tanto...

No extraña que tantas historias de miedo tengan como escenario imprescindible la oscuridad y la luz débil, como de otro mundo, de la luna menguante.

dibujo de Angie Valero

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